Para mí los libros constituyen un tótem, un
hechizo, un embrujo capaz de dejarme sin aire y seducirme hasta el más
exquisito de los delirios*
Por: Jorge Consuegra (Libros y Letras)
Dialogar con Amparo Osorio es más
que una continua alegría pues destila afecto, cariño, poesía, calidez…Para ella
no existe otro mundo posible que el de los libros, los versos, la poesía y
especialmente el de la web “Con-fabulación” magistral proyecto que viene
desarrollando hace varios años con Gonzalo
Márquez Cristo.
Para Amparo, la vida está
en hablar con sus amigos, compartir con ellos una copa de vino, oír sus poemas,
leer sus ensayos, comentar sus reseñas y críticas y lo mejor de todo,
publicarles sus libros y verlos felices disfrutando sus trabajos en letra de
imprenta.
-¿Desde
siempre su mundo ha sido el de los libros?
-Para mí los libros
constituyen un tótem, un hechizo, un embrujo capaz de dejarme sin aire y
seducirme hasta el más exquisito de los delirios. Ellos son parte de mi vida
como el mismo acto de respirar. Habitan todos mis espacios, mi habitación, mi
cama. Conocen mis alegrías, mis soledades y mis dolores y se comportan a veces
como amantes que llegan de madrugada a derramar su amor sobre mi pecho o a
compartir conmigo sus más secretas obsesiones.
-¿Sus padres
siempre le leyeron libros antes de irse a dormir?
-Algo que agradeceré
infinitamente a mi Rosita, como le dije siempre a mi madre, fue precisamente su
devoción por acompañar nuestro sueño (el de mi hermana y el mío, que dormíamos
en la misma habitación), con una lectura. Algunas veces paseábamos de su voz
por los paisajes del Quijote,
del Lazarillo de Tormes
o del Principito
y otras entrábamos a los fascinantes reinos de Shakespeare o de Julio Verne. Pero
aquellas noches en las que su corazón transitaba los embates de la vida, íbamos
de un lado a otro por los poetas de la Generación del 27, por Federico García Lorca,
por La noche oscura del alma
de San Juan de la Cruz
o por ese alucinante y temeroso Quevedo
cuyo Amor constante más allá
de la muerte” en su final: Su cuerpo dejará,/ no su cuidado; Serán
ceniza, mas tendrá sentido; /Polvo serán, mas polvo enamorado… instalaba ya por
primera vez y para siempre en mí, una profunda metafísica del amor, pero
también de la muerte.
-¿Hubo
alguien especial que la hubiera sumergido en el mundo cultural?
-Es obvio que desde
ese inicio, que ocurrió sobre los 6 años de mi vida, ya estaba escrito que este
sería mi mundo. Cuando mi madre terminaba sus lecturas nocturnas para nosotras,
siempre apagaba la luz y cerraba la puerta. Yo me comenzaba a sentir huérfana
de no sé qué, y mientras sentía que la lluvia respiraba en mi ventana encendía
entonces un pequeño radio y lo colocaba casi contra mi oído para escuchar un
hermoso programa de Tangos que se llamaba “Buenos Aires media noche”, y así me
iba durmiendo entre la nostalgia de Gardel,
los poemas-canción de los hermanos Discépolo
y la desgarradora voz de Goyeneche.
Mi casa era un fortín de música en razón de la profesión de bolerista que tenía
mi padre. Por consiguiente la música era y es para mí un viaje por las arterias
más sensitivas del hombre y un recorrido por las geografías del mundo. De esta
forma adquirí una cierta cultura musical que en mi caso puede denominarse como
ecléctica, pues amo todos los ritmos, los sonidos y silencios que emanan de los
instrumentos que la componen, y pienso sin dudas que es el gran lenguaje capaz
de comunicar universalmente a todos los seres humanos.
Así que el mundo
cultural venía de muchas partes. También aquella fue la época del cine,
espectáculo al que mi madre nos llevaba todos los domingos. Ya en la tarde
efectuábamos un paseo bajo los árboles en el Parque Nacional, comíamos helados
y algodón de azúcar, dábamos algunas vueltas en el tíovivo y en ocasiones
terminábamos de visita en los museos del centro. Ella siempre procuró llenar
todos nuestros espacios con estos prismas que nos inducían por diversos caminos
culturales. Luego vino la juventud, las alianzas, la definitiva influencia de
Mayo del 68 que nos legaba un profundo compromiso político y nos abría la
puerta del conocimiento hacia grandes autores que fulguraban ya en el universo
latinoamericano de las letras. Después otros encuentros, otros sueños forjados,
el colectivo de Común Presencia imprescindible para nuevos horizontes…
-¿Qué es lo
que fascina de este mundo especialmente?
-La desgarradura de
un poema que nos permite hablar al corazón de otro, respirar el aire de una
página donde permanecemos reflejados, temblar bajo los acordes de una música
que a veces pareciera descender de las manos de un ángel, perdernos en un color
de otoño o en la interpretación de una obra de arte que nos habla de un tiempo
brutal o de un pasaje amoroso o sensual según el instante transitado por su
autor, vivir una buena película sintiéndonos sus protagonistas y luego, al
evocarla, sentir que la noche fosforece y que estamos salvados por el influjo
de sus estrellas. En fin, me fascina el poder entrar a otros universos y saber
que de alguna manera nos estamos asomando a múltiples espejos que poseen, a su
manera, idénticos demonios a los nuestros
-¿Es muy
complicado trabajar culturalmente en Colombia?
-Esta respuesta es
doble, pues contempla mi labor editorial y mi proceso literario. En cuanto a la
primera, hay poco apoyo a los proyectos culturales independientes. La
oficialidad y la burocracia son excluyentes casi todo el tiempo. Se rinde culto
a lo foráneo, y si nos asomamos a lo nacional, sólo existe la posibilidad del
milagro, es decir de un buen cultor que avale los proyectos y no terminen en el
cesto de la basura. De otro lado y sobre edición o apoyo a obras independientes
también hay un gran vacío. Los emporios editoriales, casi todos, sólo avalan y
premian a sus escritores publicados. La pregunta es: ¿por qué publican a tal o
cual persona? La respuesta es, por amiguismo en la mayoría de los casos. Es así
de simple, si no estás en un determinado círculo, no hay publicaciones, no hay
viajes, no hay premios, no hay reconocimiento de ninguna naturaleza. Si no hay
pleitesía que es de lo que vive la literatura actual, -puesto que la misma se
convirtió en un “dime que te digo”-, no existes. Entonces lo que surge es el
resultado de múltiples conveniencias que solo dejan balbuceos, no voces cuyas
obras trasmitan un eco de profundidad.
-¿Cuándo
empezó a “con-fabularse” con los confabulados?
-Soy con-fabulada
desde el nacimiento de este periódico virtual, del cual ya hemos publicado
ininterrumpidamente 335 números. Estoy convencida que es un espacio benéfico
para los más de 100.000 suscriptores a los que semanalmente llegamos y que no
cesan de manifestar su reconocimiento, lo cual nos anima a seguir contra viento
y marea alimentando este portal.
-¿Cómo ha
sido esta experiencia con cuentistas, poetas y novelistas?
-Ha sido
extraordinaria. Tanto en los espacios que se brindan en “Con-fabulación” como
en las oportunidades que se dan a través de la Colección Internacional de
Literatura Los Conjurados en la que ya arribamos a 108 títulos publicados en
los géneros de poesía, ensayo, novela, cuento, testimonio y crónica. Deseo
enfatizar que también es una experiencia profundamente enriquecedora porque se
vuelve, de un lado a la re-lectura de autores universalmente consagrados en
algunos casos y del otro al descubrimiento de nuevas voces que sin duda
comienzan a mostrarlos lenguajes y propuestas sorprendentes
-¿Cuál ha
sido el mayor logro de “Con-fabulación”?
-Reconocer, comunicar
y compartir los diversos mundos del arte y hacerlo siempre con profundo
desprendimiento intentando que nuestros lectores puedan tener una visión muy
próxima sobre nuestro acontecer cultural.
-¿Cuándo
decidió que no solo eras poeta sino novelista?
-En el espacio
luminoso de la escritura, la poesía ha ocupado siempre un primerísimo lugar y
de hecho es sin duda alguna la mayor fuente de búsqueda en mi espíritu. Sin
embargo he ejercitado los diversos géneros literarios (ensayo, testimonio,
crónica), intentando decir todo aquello que no tiene cabida en el vórtice
poético. La novela entonces es otra de las formas escriturales que devienen
para llenar ese torrente de sumas y restas que son en síntesis una vida y que
quizás por extensión no puede narrarse a profundidad en la brevedad de un
poema.
-¿Cuántos
años invirtió en escribir la novela que acaba de publicar, Itinerarios de la
sangre?
-Es una respuesta
insólita, pero en realidad fueron 22 años entre borradores archivados,
resucitados, de cierta forma llorados también y algunos definitivamente
hundidos en la desesperación de las múltiples lecturas…
-¿Cuál es el
tema central de la misma?
-Tratándose de una
exploración por diversas instancias de nuestro transcurrir, definir
concretamente su horizonte sería un poco delimitar el importante papel
protagónico que surge en cada una sus atmósferas, puesto que Itinerarios de la sangre
es también en cierta medida un homenaje- búsqueda de todo lo que se ha perdido,
y que persiste intacto en la memoria Pero quizás para intentar una aproximación
que la traduzca un poco más acertadamente, con palabras de Miguel Hernández
podría decirte que es un viaje por esas tres grandes heridas de todo ser
humano: la de vida, la del amor, la de la muerte.
-¿Cómo surgió
el título de la novela? ¿Fue una búsqueda constante encontrar el título
acertado?
-No sólo fue una
búsqueda constante sino también desesperada. Necesitaba un título que por lo
menos compendiara el contenido y después de muchas opciones creo que encontré
el más próximo.
-¿Al mismo
tiempo que hay violencia, hay al mismo tiempo, poesía?
-Yo amo la lucidez
del desarraigo, por consiguiente era necesario que las brújulas que conducen
todas las planosecuencias de la novela, tuvieran el toque poderoso de la poesía
como una forma de matizar esos instantes más violentos de cada una de las
realidades de los protagonistas. Si el conocimiento nos da una alta forma de
vida, la poesía nos da la más alta forma del espíritu. Siempre buscamos los
prismas del sueño y la ilusión como alteridades para huir al desamparo. Sin
embargo cuando la realidad nos muestra sus múltiples rostros, nos volvemos
nostálgicos y quiméricos por todo aquello que traduce la huida de los dioses, o
peor aún, por su nunca llegada. Así la vida… y la literatura que se alimenta de
ella, van dictando esa ausencia que se plasma de manera ritual, casi que
perturbadora, y es en ese despojamiento profundo en el que conjugamos la imagen
y la palabra para sublimar las más abisales intemperies que nos circundan. Un
poco entonces a la manera trágico-romántica de los “Amantes de Verona”,
"Memorias de Adriano" o "La muerte de Virgilio", la
violencia, las desapariciones y hasta la muerte misma que en esta novela posee
muchos nombres, se narran entonces desde una factura completamente poética como
otra forma de recuperar para la literatura esa fulgurante materia del alma tan
degradada y perdida en estos tiempos en que la narrativa pretende posesionarse
bajo las bases frívolas de la truculencia, la pornografía, la narco y la
paraliteratura.
-¿Ya está en
proceso la próxima novela?
- Quisiera… sólo que
no sé si tenga otros 22 años para lograrlo
-¿Qué hay que
hacer para que la musa de la inspiración no abandone a los escritores?
-No sé si la musa,
hermosa palabra privilegiada por los griegos, sea exactamente hoy por hoy la
inspiradora de la escritura. Yo preferiría pensar dentro de la nueva concepción
del mundo, que la primera y única obligación de todo escritor es mantener una
conciencia vigilante capaz de permitirnos revelar nuestra propia y ajena
metafísica existencia.
* Especial para Libros y Letras- Periódico
Virtual. Bogotá, Ago. 17/2014