Por Jorge Consuegra
Aún huele a tinta fresca la novela de Amparo
Osorio Itinerarios de la sangre (Con-fabulación) pues salió no hace
más de tres o cuatro semanas y tuve la fortuna de leerla de un solo y grato
golpe. Y aunque también aborda el tema de la violencia, una constante en la
novelística de siempre, no es la violencia de amargura, de resentimiento, de
capos y patrones del mal. No, es una violencia que invita a pensar, a
reflexionar, a hacer ese necesario alto en el camino que tanto necesitamos.
Pero al mismo tiempo, estos itinerarios son poéticos, pues antes que nada, Amparo
Osorio nació poeta, es poeta y su vida ha estado sumergida en ese mundo de
los versos y la creación de la vida. Y lo que aun es más bello de su novela,
son sus personales, personajes llenos de vida, de ilusiones que cuentan sus
tragedias y sus logros y sus fracasos son ningún tipo de amargura.
Itinerarios de la sangre no es una novela para leer
de un solo golpe, es una obra para leer con calma, reflexionando, pensando,
como nos han acostumbrado los poetas, a leer con el alma, con la piel. Es una
novela que nos ayudará a detenernos un poco en el camino para mirarnos en el
espejo y ver qué es lo que estamos haciendo en la vida, con la vida y en
nuestras vidas. Estos itinerarios nos llenan de optimismo y de fe,
porque sí hay camino al andar, como nos lo repite todos los días el poeta.