La invocación de lo real - Gabriel Arturo Castro

Por Gabriel Arturo Castro

Los poemas de Amparo Osorio (Huracanes de sueños, Gota ebria, Territorios de máscaras, Migración de la ceniza y su más reciente libro: Memoria absuelta), poseen una gran fuerza psicológica y expresiva. Nos enseñan el desasosiego hacia una naturaleza hostil e inhumana. Desde lo áspero y la dureza, plasma un inmenso sentimiento que se agita en su interior, sin forzar o  simular algo. Se hace presente la vacilación, la soledad, la palidez de las manos, los brazos amarrados, la muerte, el llanto, la mentira del tiempo, los sueños de otros, el eterno nomadismo, la huída, el despojo, la traición, la herida, el extravío del mar, el olvido, el silencio del mendigo, la condena, la guerra atroz, la ruina del árbol, las mentiras de las respuestas, el Apocalipsis, el espanto del reloj, el libro deshojado, el naufragio, el pavor de las estrellas, los pasos perdidos, las grietas de la memoria, el hastío o la erosión. Leamos, a propósito, el texto titulado A la deriva:

Hubo un instante de pavor
en que el tiempo del nunca se detuvo
y el jamás devolvió sus manecillas
hasta el reloj de agua
de los ojos.
Antes  iba el amor
alto, subiendo,
pero entraron rapaces
las mentirosas águilas nocturnas ...
y entonces:
el olvido

A la autora le importa más que la constitución externa, la esencia de las cosas. Los versos son de respiración corta, dispuestos casi todos en estrofas, lo cual hace del poema un cuerpo fragmentado. Tales divisiones en Memoria absuelta no se subordinan a una búsqueda de la totalidad. Ese modo de transmisión produce un efecto de caos consciente. El texto constituido por una serie de divisiones, deja entrever la extensión de vacíos o posibles continuaciones (nótese la presencia frecuente de los puntos suspensivos). Veamos un ejemplo tomado del poema Abismo:

Morir con una rosa en la boca.
Pétalos congregados
sobre la piel liviana ...
vencida ya,
cansada
de ser piel y su herida.
extrañamente rosa, extrañamente espina.
Cosmos indescifrable ...

Al contrario del sentido de la estrofa, en la presente obra el verso constituye una unidad de orden superior. La frase se basta a sí misma, sin que responda a ninguna estructura preestablecida, al menos es lo más frecuente dentro de la poética de Amparo Osorio, su particular manera de organizar el discurso poético. Es posible afirmar que tal esquema es bastante arbitrario, porque la estrofa no es autónoma en la constitución del poema y la frase se impone. Pero al tiempo las frases se debaten entre lo superficial y la profundidad, lo que nos lleva a considerar la poca necesaria presencia de algunos versos en cada poema.  Realicemos un ejercicio. Del texto Homenajes podríamos hacer una selección de lo indispensable y de lo innecesario de la expresión y así, el escrito se reduciría a la mitad, ganando precisión y claridad. Incluso, al omitir dichas líneas el texto no perdería sentido y quedaría de la siguiente manera:

Demasiado tarde en la lluvia equivocada
para mendigar la flor que aún titila.
Pero la noche ha de conocer la miseria
aunque haya que olvidar el sonido del hombre,
hondonada de agua irreductible.
A veces la emboscada camina hacia nosotros,
quema los miedos, las redes, el nudo de las barcas.
Necesaria invocación del ángel,
un sismo en permanencia,
entre la locura y la humedad que cruje
guarda el encanto de las aguas.
¿Dónde está el sol que pueda disolverme!
Todo fue dicho. Todo fue hecho. Hasta la guerra atroz.
Ayer siempre es más pronto,
han gangrenado las lunas de la noche,
los vivos contemplan el cadáver con su vista.
Escarba, escarba donde más  duela en tu corazón,
mientras el tiempo cierra su abanico.
Vida, ¿dónde está tu victoria?  

Hasta aquí lo esencial. Incluso sentimos la exquisita raigambre del expresionismo alemán y la ascendencia de Else Lasker-Schuler, la sobreimpresión,  sus extremados contrastes de luz y sombra.
Pero en el original de las páginas 14 y 15, los anteriores versos están acompañados de otros eludibles, evitables, apelables, imprecisos, quienes saturan el texto, perjudican el equilibrio, opacando la verdadera intención de la autora. Líneas como: “Elijo este refugio. me repliego al silencio”; “para olvidar sus párpados, quemante sol que devoró los míos”; “Al instante de besos, al viaje y su relámpago”; “destino que permanece íntegro”; “Descendimos al pozo. Inventamos el viaje de los rostros”; “Y aún lacera la duda”; “Quien se rasga en la tiniebla / sabe que las músicas son el sollozo de la aurora”; “Toda desaparición preserva los rostros. Dignifica el recuerdo”; “Silencia las últimas estrellas”; “La que portó la luz ... calla”; “Si necesitabas un rostro para morir, concedo el mío”, son una muestra de las afirmaciones anteriores.
Digamos que es el único defecto de una poética, cuyos aciertos procuran mantener una tensión rítmica ajustada a la cadencia del pensamiento, su acento característico, una respiración que parte de la intuición y culmina en una reflexión sostenida, fundamental.
Lo subrayamos, los poemas de Memoria absuelta se trasforman en una forma de energía, intensidad conseguida a través de la disposición de los versos, de temperamento y complexión breves, dotados de movimientos lentos. Lo vital es  la fuerza, la vehemencia de la afectividad, la conmoción, la explosión de una sensibilidad, el ardor de la creación, la supremacía de la subjetividad,  de la imaginación, la pasión y el fervor.
A manera de ilustración leemos en el poema A contraluz un segmento que dice :

Todo es inútil.
Llueve adentro.
Duelen los huesos.
Un laurel amargo
nos mira desde el curvado corazón de sus hojas.

O el siguiente segmento tomado de Libro interior:

Otras sedienta
como si un inventario de secretos no dichos
aguardara en sus lunas.
No era un árbol,
pero se estremecía,
quizá evocando el ángel derruido
que acunaba mis sueños.

De esta forma el poema es capaz de producir una rigurosa respuesta emocional, ciertos ademanes y gestos en el lector, excitación común del creador, mediante extremos y pausas, disonancias, altas y bajas (secuencias que terminan o no en una resolución).
La poesía de Memoria absuelta actúa desde adentro hacia el mundo exterior, proyectando e imprimiendo su huella en todos los objetos existentes en su universo singular. La realidad es comunicada a través de una “distorsión” emocional, contrastes violentos y angustiosas perspectivas, acorraladas por el miedo. Hablamos, entonces, de la actividad interior, del efecto que ocasionan las impresiones sensoriales y las experiencias en el ánimo y las entrañas del poeta:

Sólo sé la vigilia.
Los rostros de una antigua memoria
danzan sobre el azul.
Azul el llanto,
la tristeza
la tarde
El libro que se fue deshojando
y ahora cae
como un pájaro fúnebre.


Su aguda mirada descubre el caos, el miedo, el horror, el abrupto contraste entre lo claro y lo oscuro, ciertas imágenes apocalípticas, la realidad como una pesadilla, el infierno desacralizado, el desgarramiento del hombre, el sueño amenazado de muerte,  el paisaje desolado, la precaria ilusión de una realidad que se va desintegrando.  Una poética cuya  raíz vertical y enfrentamiento interior traduce la desesperanza, pero que a la vez le concede a la existencia un sentido crítico. Quizás dicha tensión latente sea la invocación utópica de otra realidad.